
Javier Fernández espera completamente uniformado dispuesto a conversar con BOHEMIA. A las cuatro en punto de la tarde tiene un compromiso y por eso higieniza su ómnibus, mientras nos atiende. Desde inicios de 2020, ante la llegada a Cuba del virus SARS-CoV-2, a su rutina laboral añadió nuevos protocolos sanitarios. Ahora las medidas de limpieza continúan, pero ya no son los clientes de la Empresa Ómnibus Nacionales (EON) sus pasajeros.
“Una vez que nuestra empresa comienza a brindar transportación a la lucha contra la covid-19 me incorporo. Inicio en el traslado del personal del Hospital Hermanos Ameijeiras, allí estuve por seis meses”, cuenta Javier, uno de los conductores de la EON inmerso en el enfrentamiento a la pandemia de covid-19.
“No es la primera vez que nos toca cambiar de labor para apuntalar otras actividades de transportaciones masivas. Nuestro trabajo es transportar personas, entonces no ha sido un cambio tan brusco, eso sí, se le suma el cumplimiento de las medidas preventivas para no enfermarse”, atestigua con la experiencia de 15 años al timón de los ómnibus.
Paralelo a las terminales nacionales vacías y con escaso movimiento, una intensa actividad y responsabilidad asume la EON. Más de 100 ómnibus y alrededor de 200 chóferes en todo el país han laborado durante este período de enfrentamiento al virus.
“Estábamos conscientes de la tarea que íbamos a cumplir, y fuimos con esa convicción a servir a los médicos que estaban arriesgando sus vidas, y si ellos lo hacían, cómo nosotros íbamos a temer. Contábamos con las medidas para evitar el contagio, y solo uno de nosotros se ha enfermado y fue por ser contacto de un caso positivo”.
Este equipo se ha encargado de transportar a las personas con necesidades imperiosas de viajar fuera de su provincia y a los obreros de centros vinculados directamente a la producción de alimentos. También asumen el traslado de los médicos que arriban y salen del país para la colaboración médica y de los pasajeros que ingresan al país por los Aeropuertos Internacionales de Varadero, Cayo Coco y La Habana; esto entre otras funciones asignadas por los consejos de defensa provinciales.
“La empresa y las instituciones con las que trabajamos nos brindan las soluciones desinfectantes y los nasobucos; al terminar el encargo nosotros desinfectamos los ómnibus, fumigamos y lavamos. Así se nos exige”, sentencia Javier, quien se siente honrado de ofrecer su aporte al llamado de la dirección del país.
“Ya no es igual que antes. Cuando llego a casa, la ropa del día inmediatamente se separa para lavarla, el saludo ya no es el mismo, no hay abrazos ni besitos. Es un sacrificio realmente, y es duro, pero no somos los únicos y debemos agradecer a todas las personas que están aportando y arriesgándose para vencer la pandemia”, destaca y muestra su satisfacción por la gratitud de personas a las que ha brindado servicios.
Mientras, la EON aprovecha la interrupción forzada para la recalificación de sus conductores y la revisión del estado técnico de los vehículos a la espera de la apertura de los viajes una vez que la situación sanitaria lo permita, comentó a BOHEMIA Noel Oliva Rodríguez, jefe de Operaciones de la entidad.

Apenas puedo adivinar el rostro oculto de Aníbal Marichal Cabrera. Cubierto con gafas, gorro, bata… pero la humildad y la responsabilidad con que nos habla de sus rutinas nos describen un ser admirable. Asegura que en sus tres décadas al volante nunca ha sido tan útil como ahora.
“Comencé en marzo en el Sistema Integral de Urgencias Médicas de Concha y Luyanó, apoyando como una ambulancia, primero con los casos febriles, aunque no había la compleja situación actual”, relata Aníbal, conductor de la empresa Taxis Cuba.
Al igual que cientos de conductores de esa entidad, el cese de la actividad turística les dejó sin su cliente principal. “Trabajaba antes de la covid-19 con el sistema de arrendamiento en los aeropuertos, en circuitos, excursiones y recorridos del turismo”, explica.
Desde marzo de 2020 el sistema de arrendamiento para ellos se mantiene, pero el cliente pasó a ser el Ministerio de Salud Pública (Minsap) para reforzar la transportación en el nuevo contexto sanitario. “No teníamos otra opción que asumir. Lo otro era parquear el carro e irnos para la casa, porque nosotros pagamos una renta diaria por esos vehículos”, sentencia.
Aníbal es el titular del taxi y su hijo, el ayudante; aunque en un principio no estuvieron juntos. “Para mi familia fue difícil porque estábamos acostumbrados a un trabajo tranquilo, sin riesgo epidemiológico. Los primeros seis meses estuve solo porque mi esposa me dijo que con uno de los dos arriesgándose era suficiente. En aquel momento la situación era menos compleja, pero como era algo nuevo, todo el mundo estaba asustado”, rememora.
Diariamente, en todo el país unos 1 600 autos de Taxis Cuba brindan servicio al Minsap para afrontar la crisis sanitaria actual. A un año y medio de los primeros casos de covid-19 en Cuba, Aníbal, junto a otros, continúa garantizando el movimiento de enfermos, sospechosos o cualquiera otra necesidad de Salud Pública en torno a la pandemia.
“No puedes tener confianza, todas las personas que montas en el vehículo son posibles fuentes de contagio. Forramos con nylon los asientos de los vehículos y cada vez que se hace un traslado se fumiga todo con cloro, lo que también ha deteriorado los carros. Salud Pública nos garantiza el equipo de fumigación, el químico y los accesorios para protegernos.
“Al llegar a casa la ropa va directo a la lavadora, todo se lava. En el caso nuestro no tenemos niños ni ancianos, pero los que sí tiene, deben cuidarse el doble”, reflexiona y nos confiesa su preocupación ante las negligencias de muchas personas, “en ocasiones uno se desanima al ver que estamos batallando y hay tantas personas irresponsables en las calles que pueden tirar por la borda nuestro esfuerzo”.
Aníbal Marichal se satisface al contribuir con su país en medio de la dificultad. Hasta ahora, asegura, ni él ni sus compañeros se han contagiado con el SARS-CoV-2. Para su seguridad, fueron incluidos en la intervención sanitaria con la vacuna Soberana 02 y ahora laboran más inmunes ante el peligroso virus.
“Desde enero nos encontramos en la dirección municipal de Salud Pública de Centro Habana, moviendo a cualquier paciente relacionado con la covid-19. Y aquí seguiré. Alguien tiene que hacer el trabajo. Si todos nos vamos para la casa la situación sería más complicada”, dice consciente de la importancia de su participación.

En la medida que las cifras diarias de covid-19 en Cuba escalaban a millares, las capacidades hospitalarias empezaban a escasear y nuevas variantes del virus más agresivas circulaban, no faltó la solidaridad y el altruismo de muchos cubanos hacia sus compatriotas y al sector sanitario que tan duro ha batallado.
Distintas iniciativas de donaciones y voluntarios se entretejían y en medio de eso surgieron los que brindaron sus medios privados de transporte para lo que dispusiera el Minsap, o los donantes particulares. Con algunos de ellos BOHEMIA contactó vía WhatsApp.
Aunque el capitalino Pavel Romero anunció su disposición en grupos de la red social Facebook, el 20 de julio aún nadie lo había contactado, a pesar de que su publicación se compartió cientos de veces en este espacio virtual. No obstante, su propuesta seguía intacta.
“Estoy totalmente dispuesto para auxiliar a mi país y a mis hermanos matanceros las 24 horas del día. Aquí me tienen desinteresadamente. Mi intención es colaborar con quien me necesite, principalmente el Minsap. Cuba es una y soy fiel a ella”, así respondía ante nuestra curiosidad.
Alberto Balmaceda, en cambio, ya ha trasladado donaciones y ha prestado otras asistencias. Su camioneta Chevrolet desde hace unas semanas está disponible. “El motivo es ayudar a mi pueblo que sufre esta terrible pandemia, más en las circunstancias que nos impone el cruel bloqueo estadounidense.
“Ahora ayudamos a Matanzas, pero estoy listo para ayudar a cualquier otra provincia que lo amerite. Mientras exista un solo revolucionario en pie estaremos ayudando al pueblo”, sentencia el residente del municipio de San Miguel del Padrón, en La Habana.
Alberto, cuentapropista contratado por Artex, también informó en las redes de su prestación gratuita. Con gran sensibilidad afirma “que el temor al contagio es menor que ver a un ser humano padeciendo de esta horrible enfermedad”.
Henry Cabrera es otro cubano que labora desinteresadamente con su carro en soporte al complejo momento epidémico. “Nosotros estamos en un grupo privado y por ahí recibimos la información de las personas que recogen las donaciones, las buscamos y las hacemos llegar a los centros que se encargan de su traslado definitivo. Soy una persona humana y solidaria y estoy a disposición de los necesitados”, concluye.
Los entrevistados se cuentan entre los miles de conductores que en todo este tiempo han arriesgado su salud y sus vidas llevando sobre ruedas la urgencia de una vida o los trabajadores imprescindibles. Que a ellos se sumen transportistas privados dice de la calidad humana de muchos cubanos. En estos tiempos de bloqueo, escaseces y guerra mediática, trabajar y ser útil a Cuba es la mejor manera de ofrecer lo más grande, el corazón.
Información de Bohemia.