Locomotora 438, un proyecto que une historia, cultura y amor

Un proyecto socio cultural a más de 50 kilómetros de la capital espirituana, despierta los sueños que envuelve en sus años la Locomotora 438

Foto: Centrovisión

La novedosa idea dispara la añoranza de un pueblo llamado Fomento y resumido como Central Ramón Ponciano. La máquina, demacrada por el paso del tiempo, se yergue como doncella ante su gente y ocupará un lugar especial, en el mismísimo corazón del batey El Rosario.

De manos de Yasmany Jáuriga Cruz, promotor de la iniciativa, se alista la locomotora 438, que será en muy poco tiempo la presentación de esta comunidad.

La máquina que por más de 15 años permaneció olvidada y a la que le creció un monte hasta casi ocultarla, fue protagonista de incontables zafras, de números distinguidos en cada contienda, y las historias de sus maquinistas.

Hasta el año 2005 tuvo vida activa la 438, y hace 5 meses un grupo de personas y entidades de ese territorio se empeñan en devolverle, al menos, una parte de su existencia.

Al decir de su representante, el proyecto incluye además, la conformación de la historia azucarera del CAI Ramón Ponciano, y la revitalización de su parque, en el que se levantará una tarja de mármol y la majestuosidad de una locomotora convertida en museo. Se involucran en este propósito trabajadores del antiguo central, habitantes de la comunidad, autoridades del pueblo y la ingeniosidad de los trabajadores de la cultura.

Esta es hoy la noticia del batey El Rosario. La noticia de un pueblo que se rinde a los pies de una historia marcada por el pito, el humo y la algarabía del ingenio.
De aquel gigante que hoy se levanta sobre el silencio del batey, solo me queda el retrato imaginario de la infancia, la combinada que desde lo más profundo del cañaveral me dejaba admirar a mi tío, experto en tuercas, raras piezas de hierro y en sacar de los sitios más recónditos, cada trocito de caña.

Y entonces, alcanzo a entender desde la admiración y la pesadumbre ajena cuánto valen, para los hombres y mujeres de El Rosario, hasta las tuercas que quedan, 16 años después del último pitazo.

Hoy nos quedamos con la torre que aún es la edificación más alta del pueblo, y con la Locomotora 438, acompañantes fieles de quienes se niegan a entregar los recuerdos porque saben que en ellos, está la vida.

Información de Centrovisión.