


36 horas después del paso del huracán Óscar en Guantánamo partimos hacia allá. Nos fuimos con 3 mudas de ropa en una maleta y mucha disposición.
Nuestro primer encuentro con los municipios afectados fue difícil. El shock en las personas, el fango cubriéndolo todo, el severo daño a los viales… Hemos estado trabajando muchas otras veces en recuperaciones de este tipo, pero la dureza de un desastre es siempre difícil de imaginar.
Fueron más de 20 noches con sus días de trabajo ininterrumpido, donde todo el mérito es para los guantanameros, que no descansan aún, ni descansarán, hasta que atesore la provincia el semblante acostumbrado; e incluso uno meior.
Viajamos a empujar la recuperación, a engrasar los sistemas, a supervisar las operaciones, pero más que nada… fuimos a aprender. Tienen los guantanameros una capacidad envidiable de enfrentarse a todo lo díficil que venga, sin perder su estrepitosa alegría, como las famas, el símbolo de la ciudad.
Nos llevamos innumerables horas de viaje a los 4 municipios afectados, el trabajo en carretera, pocas horas de sueño, mucho diálogo, las imágenes preciosas de sus montañas, sus costas, sus pueblitos, que ni el fango ni los vientos pudieron opacar.
Nos llevamos nuevos amigos, trabajadores del sector, en los que uno descubre toda la gloria del mundo encapsulada en décadas de labor, un oficio, una pasión.
Ni el cansancio físico de la tarea pudo con la emoción de estos días, las ganas de que todo saliera bien. Cada tonelada de arroz y donaciones transportadas, cada pasajero trasladado seguro hasta su destino, cada tramo de vial inspeccionado, la integración entre todos los ministerios allí trabajando. Guantánamo será para nosotros, hasta que recupere su completa vitalidad, una prioridad.
Ya falta menos. Seguimos en combate.
Fuente: Con información del perfil de Facebook de Eduardo Rodríguez Dávila