El impulso de Yamilé

Y hacen falta también más «impulsos», que ya vimos pueden estar en las historias, por eso contamos la de Yamilé.

En la Estación de Ferrocarriles La Coubre Yamilé preparaba el viaje de regreso a Sancti Spíritus cuando la notó, sobre la locomotora, un inspector. Allí solo debe ir la tripulación, ¿qué hacía una mujer «colada»?, cuenta ella que él pensó. Y le llamó, en voz alta, la atención.

Fue cuestión de segundos para que el inspector advirtiera de que Yamilé era la maquinista ferroviaria de esa tripulación, y que normalmente está sobre las locomotoras, trabajando. El inspector, apenado, repasó las mil maneras del perdón. Y Yamilé cuenta riendo la historia, pero también desde la reflexión.

Yamilé Fernández Subíaurre, de pequeña, vivía frente a la línea por dónde pasaban los trenes del central. Cuando aquello eran locomotoras de vapor. Su pasatiempo favorito era sentarse en el portal a verlas, todos sus movimientos. Para que se levantara a ir al baño o a comer había que cogerla fuerte del brazo. Las locomotoras la hipnotizaban.

Rozando la mayoría de edad vio por primera vez a una mujer montada en un tren, como tripulante, y pensó: «si ella está ahí, ¿por qué yo no?».

«Me gustaba, pero no daba el paso adelante de preguntar: ¿puedo?, porque es un oficio no tradicional para mujeres, y tenía el miedo de que me fueran a rechazar. Cuando la vi por primera vez, tuve mi impulso». De quién habla Yamilé es Idalma Borges, primera fémina maquinista de Sancti Spíritus, que ya no está activa, por su edad.

Hoy Yamilé, a sus 53 años, es la única mujer (en activo) maquinista en Sancti Spíritus. Trabaja en la UEB FerroAzuc, en el central Melanio Hernández, en Tuinicú, donde nació.

«Comencé como auxiliar de maquinista. Tuve que luchar contra muchos hombres machistas. La mayoría no toleraba que una mujer estuviera montada en un tren con ellos, de noche. Me ponían trabas. A veces no me dejaban bajar de la locomotora. Luego de tener las horas trabajadas de auxiliar, pasé el curso de nuevo. Desde 1991 soy maquinista»

«Debo estar una hora antes de la salida del tren. Reviso niveles de aceite, son varios tipos. Los frenos, zapatas, combustible, que todos los relojes estén bien, que no haya fusibles en mal estado. Hay que revisar todo el equipo».

Yamilé conoce a todas sus locomotoras por el sonido de las máquinas y el pito. En la casa oye a una llegar, sonríe, dice en voz baja cuál es, y continúa lo que está haciendo. Su relación con los trenes es más que una cosa de «gusto», ella «los siente».

¿Qué les dirías a las niñas y adolescentes que, como te sucedió a ti, encuentran en el ejemplo de otras mujeres la posibilidad de soñar con ser lo que quieren ser, sin importar los estereotipos?

«Que lo intenten, que sí podemos. Las mujeres sí podemos ocupar oficios no tradicionales para nosotras. Oficios de hombres, como dicen… que no son de hombres en realidad; son para todo el que lo desee y le guste. Escuché que por Villa Clara hay unas muchachas pasando cursos y me emocioné muchísimo. Hasta fotos vi. Hacen falta más mujeres en los trenes, no solamente ferromozas, también conductoras, maquinistas…».

Fuente: Tomado del perfil.de Facebook de Eduardo Rodríguez Dávila