
Devenidos en bomberos del aire, los aviadores de Sancti Spíritus han prestado un valioso servicio para contribuir a sofocar el incendio forestal en la zona de Pinares de Mayarí.
No es lo mismo tirar agua en la montaña que en el llano, asegura Lester Pérez Sánchez, integrante de la primera tripulación espirituana que se enroló en la extinción del incendio en Pinares de Mayarí. De primer momento no sabía con certeza la magnitud del siniestro, al paso de los días reafirmó lo que sabe desde hace años porque ha participado en otros siniestros en varias regiones del país: “Estos son los vuelos más difíciles, he estado en otros incendios, pero este es uno de los más bravos”.
TransportEspirituano lo hizo regresar en su imaginación al incendio que azota la serranía de Holguín. El experimentado piloto apeló a las memorias de cada vuelo y se vio sentado en la cabina del M-18, aguardando la orden de despegue.
“El especialista forestal nos guiaba desde un AN-2 que volaba más arriba, nos decía donde tirar el agua, nosotros determinábamos si se podía o no, hubo zonas que, una vez cerca de allí, nos percatábamos que no podíamos, le decíamos: ‘que va, ahí esta muy difícil, el viento no deja, hay mucho humo’. Habían lugares muy peligrosos”.
Desde hace un tiempo la Unidad Empresarial de Base (UEB) Sancti Spíritus, de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos (ENSA), concentra la flota del avión M-18 —también llamado Dromedario—, la única nave de la aviación civil que interviene en Cuba en operaciones de este tipo, la cual por sus características técnicas puede emplearse tanto en la extinción de incendios como en labores agrícolas y en cada vuelo lanzar sobre las llamas 1 500 litros de agua.

El 23 de febrero, con un AN-2 delante, voló la cuadrilla de los tres M-18 con una tripulación integrada por tres pilotos y cuatro técnicos hasta el aeropuerto de la Ensa, en Bayamo, instalación que funcionó como la pista madre, porque para las operaciones directas en el incendio se escogió el aeródromo de San Germán, una pista de tierra donde los aviadores espirituanos se vistieron otra vez de bomberos del aire y hasta bebieron de su polvo.
“Primero se hizo una patrulla forestal, un vuelo de reconocimiento en un AN-2 de la flota de Bayamo, donde nos montamos y fuimos a la zona de Mensura Piloto, ahí estaba prendido el fuego; nos fueron dando las indicaciones de por donde ir combatiendo las llamas, ese mismo día empezamos a tirar agua”, así lo describe Alexei Morales Astencio, piloto desde hace 33 años.
La dotación hizo ocho líneas de vuelo en la pista de San Germán, y cada travesía exigía concentración, deparaba riesgo. “Apagar un incendio desde el aire no es un paseo, siempre es tenso”, dijo Morales Astencio. “Había que coger 1 000 metros para pasar por arriba de unos picos, después descender, meterte en la meseta, hubo momentos en que la turbulencia y los vientos eran fuertes, se paraba, y cuando mejoraban las condiciones, volvíamos.
“El agua se tira por una compuerta inferior, sobran dos segundos para soltar la carga, lleva un procedimiento, no meterte dentro del humo, más bien de frente al viento o una componente delantera que no exista peligro ni para el piloto ni paras el avión. En la pista cargar el agua al avión tardaba tres minutos; lo que más demoraba era la travesía de San Germán a donde estaban los focos del incendio, hubo zonas donde tiramos agua en la Sierra de Cristal a 60 kilómetros; pienso que el trabajo de los M-18 fue útil, porque donde cae esa agua, si no ensopa, refresca”, relata el piloto.
Con 55 años en el mundo de la aviación agrícola, el técnico Enrique Villegas Alonso se ha vuelto la retaguardia más segura para cuenta operación se le pone delante a la flota aérea espirituana. Integrar el primer grupo para el incendio de Mayarí, fue como mandar en el grupo al padre de los pilotos. “Uno los ve crecer y los quieres como un familiar allegado”, dijo con la emoción retratada en los ojos.
Asegura Villegas Alonso que siempre había tensión en el aeródromo de San Germán, “porque las desfavorables condiciones meteorológicas y geográficas hacían peligrosa la maniobra; además, son mis compañeros de muchos años, había momentos cuando la nave despegaba que se te perdía en medio del polvo; luego ver que descargó la carga y vira bien, ahí está el éxito de la extinción”.

El primer destacamento espirituano acumuló cerca de 70 horas de vuelo en función de apagar las llamas del incendio forestal de grandes proporciones. Una labor que el piloto Lester Pérez Sánchez, con más de tres décadas en el oficio, la ve distante de la proeza, como si sobrevolar las alturas de Mayarí fuera igual a andar por una carretera. “Es lo que nos toca por la profesión; miedo no hay, tensión sí, porque para mí apagar el incendio es el vuelo más difícil que hacemos nosotros”.

La vida de Lester Pérez está tan entrelazada al M-18, que sentado en la sala de su casa narra el vuelo como estuviera en ese instante sofocando las llamas. “Siempre uno quiere pegarse lo más que puedas al incendio, tratar de dar en las llamas o donde los forestales te dicen que apliques. Muchas veces los que iban en el AN-2 te decían: ‘Buen tiro’, ‘oye, eso es’, son cosas que te hacían sentir bien, para eso estábamos allí. Viví una experiencia fuerte, de aprendizaje, es un incendio exigente en todos los sentidos, había que tener en cuenta muchas cosas que no te podían fallar, salí más piloto del fuego de Mayarí”.
Hola, necesito saber en estado del expediente 080560, es un Remolque a Nombre de Carlos González Hernández..
El expediente está aprobado por la Comisión Nacional instituida para el proceso de homologación según la Resolución 200 de 2021 y está en espera de fecha para la inscripción en el Registro de Vehículos del Ministerio del Interior, según el Dictamen de Homologación No. D02/23.
Ver detalles en http://www.transportespirituano.cu/expedientes-aprobados-por-la-comision-nacional-minint-mitrans/