Fabricación de muelles en Cabaiguan, una referencia nacional

Desde el proyecto Desafío, trasciende el emprendimiento de la familia Ríos que a pura inventiva da importante solución al transporte automotor

Soy del criterio de que un problema puede dejar de serlo una vez que lo miras desde otro punto de vista, y si, para colmo, logras sacar algún beneficio, ya es todo un “batazo”… Eso fue lo que sucedió con la familia Ríos hace 25 años, la necesidad de crear un muelle para su propio vehículo los llevó, algún tiempo después, a crear un emprendimiento familiar, que ha crecido y evolucionado durante todo este tiempo, hasta convertirse en un servicio de referencia nacional, desde el colorido Cabaiguán, en la provincia de Sancti Spíritus.

Allí, en el pequeño taller que levantaron en el patio de la casa y que anteriormente usaban para hacer sus trabajos de carpintería, el joven Víctor -trabajador por cuenta propia, pero también electromédico- es quien hoy “lleva la batuta”, con la creación constante una amplia variedad de muelles para vehículos, abarcando desde motos eléctricas hasta tractores y grúas. “Mi familia inició este proyecto porque había una necesidad que nadie más estaba atendiendo”, explica Víctor al equipo de Desafío que visitó el taller recientemente.

“Al principio, nos concentramos en crear muelles para la parte del motor, pero con el tiempo comenzamos a diversificarnos”, relata. Así, el taller se convirtió en un espacio de innovación, donde cada solicitud de los clientes se transformaba en una nueva oportunidad para crear.

“Confeccionamos un catálogo de todos los productos que fabricamos, lo que nos permitió atender rápidamente las demandas de nuestros clientes”, añade.

Un aspecto destacado de su proceso de producción es la reutilización de materiales.

“Al principio, conseguir materia prima era complicado, así que decidimos aprovechar el cable de alambre de acero que se rompía en las grúas. Eso nos permitió ahorrar en costos de importación, que son exorbitantes”, comenta Víctor. Esta práctica no solo ha sido una solución económica, sino que también ha contribuido a la sostenibilidad del taller.

No obstante, el camino de Víctor no ha estado exento de obstáculos. “Lo más complicado es la distancia”, confiesa. Aunque en la misma provincia no hay mayores inconvenientes, los clientes de otras regiones enfrentan dificultades logísticas que complican la entrega de productos.

“Nosotros no tenemos un transporte con el que realizar entregas y muchos clientes tampoco cuentan con uno para recoger su producto. Este es un bache que puede interrumpir la conexión entre el productor y el cliente”.

A pesar de los desafíos, Víctor siempre busca nuevas formas de innovar. “Hay muchas tiendas y organismos, que trabajan para ofrecer servicios al transporte, que enfrentan desabastecimiento de productos. Si pudiéramos colaborar, podríamos ofrecer soluciones económicas y necesarias para los clientes”, sugiere.

Aunque confiesa que ha enfrentado «dificultades burocráticas» al trabajar con entidades estatales, Víctor se mantiene optimista. “Siempre hay obstáculos, pero con dedicación y esfuerzo se pueden encontrar soluciones”, afirma. La satisfacción de crear productos que compiten en calidad con los de los fabricantes extranjeros es lo que lo impulsa a seguir adelante. “Lo que más me llena es ver a un cliente satisfecho, que su producto le dure años. Eso significa que estamos haciendo bien nuestro trabajo”.